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Cuando hablamos de relaciones tóxicas, lo primero que solemos pensar es en una mala gestión emocional de la pareja, pero en realidad esta relación se da en cualquier ámbito social, como la amistad o la familia.

A veces, al construir relaciones que nos hacen daño sentimos que estamos atrapados en una red negativa y es difícil deshacerse de esta red. Después de todo, en este tipo de relaciones, una o ambas partes sufren más por estar juntas de lo que disfrutan. Todo para convencerse a sí mismos de que pueden salvar la alianza, pero los miembros ya sufrieron un gran desgaste emocional.

Las razones por las que podemos mantener una relación tóxica pueden ser muy diversas, pero casi todas tienen cosas en común : Baja autoestima, dependencia emocional, miedo a quedarse solo, etc...

Al tratar de acomodar a otra persona, todo lo que hacemos es distorsionar la realidad, ¿en qué sentido? Nos convencemos de que si no nos sentimos incómodos con determinados aspectos que nos molestan, evitaremos nuevos enfrentamientos.

Pero, ¿qué pasa cuando nos engañamos a nosotros mismos? Sentimos malestar física y emocional. No olvidemos que la depresión emocional puede provocar ansiedad y estrés. Por otro lado, comienza el problema de la comunicación, si no nos expresamos, ¿cómo nos entenderán los demás?

Una sola cosa está clara, el amor no es malestar, ni dependencia, ni miedo. Es libertad y respeto. ¡El amor no duele, ni lastima! Si no sentimos eso, entonces no es amor. Todos podemos aprender a amarnos y construirnos por nosotros mismos.

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