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30 de Septiembre
Los amores de cuarentena son los nuevos amores de verano. Todos aman esas historias, pero en el fondo nadie cree que vayan a durar (como si el hecho de que un amor no sea para siempre, significa que no sea real).
Son amores intensos, muuuy intensos: hablar hasta las 2 a.m., contarse la vida con detalles, ser honestos con el pasado y con el presente. Hacer planes para el futuro y locuras para estar juntos.
Son como el aquí y el ahora del amor, son Cameron Díaz y Ashton Kutcher en “Locura de amor en las vegas” casándose con un desconocido. Son Jack y Rose, porque tal vez no lo sabemos, pero el Titanic, es la película más famosa de un amor de verano.
Así que a estas alturas de la pandemia, seguro que ya todos hemos conocido de cerca alguna historia de unos vecinos que se enamoraron en el ascensor, de los amigos en común que se conocieron en un cumpleaños por zoom y se conquistaron en la sala de reunión; de arrocitos en bajo del pasado que después de muchos likes y nada de DM, por fin se cocinaron. En fin, un montón de romances que podrían llamarse “El Amor en los Tiempos del Cólera… pero en versión Corona”.
Con Tinder. Con Bumble. Con Instagram. Con historias. Con reacciones a las historias. Con emojis. Con Stickers. Con GIFs. Con Nudes. Con Netflix. Con Zoom. Con tapabocas. Con aislamiento y con fecha de vencimiento, porque como sabemos que nada será eterno, preferimos vivirlo “como si no hubiera un mañana” porque a lo mejor al otro día, cada uno tendrá su respectivo tiquete de regreso.
Pero así somos los seres humanos, hacemos que las mejores cosas de la vida pasen cuando no tenemos mucho tiempo, nos demoramos para entender que con Coronavirus o sin Coronavirus, nunca hay tiempo para perder.
Esperamos situaciones que nos recuerden que estamos vivos para mandar todo al carajo y preguntarnos ¿por qué no? Porque para tener una historia de amor, es necesario empezar por esa pregunta.
Y a lo mejor muchos te dirán una larga lista de razones por las cuales no; y probablemente los demás, estaremos de acuerdo. Con una diferencia. Le pondremos un “pero” al final… un “pero vale la pena”.
Así que qué importa si el amor de cuarentena se queda en cuarentena, a lo mejor como dijo Rosa Montero en el libro “La loca de la casa” los seres humanos inconscientemente siempre estamos buscando ordenar nuestros recuerdos, algunos con sus empleos o con sus lugares de vivienda (tipo “en esa época estaba haciendo la práctica o vivía con mis papás”); y otros –más como ella… y como yo- que categorizamos la vida por el amor: “«Ah, aquel viaje debió de ser en la época en la que estaba con J»”.
Qué importa si el final no es “vivieron felices para siempre”, las estrellas fugaces no son menos lindas por ser fugaces… al contrario, ahí está su magia. Pensemos que con esas historias le estamos cambiando el género a la película de la pandemia, porque finalmente sin Jack ni Rose el Titanic hubiera sido el documental sobre una tragedia.
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